LA MANO DE LA VIUDA

LA MANO DE LA VIUDA


Hace mucho tiempo, cerca de las 12 de la noche,la madre de anastasia quien dio a luz a la pequeña, murio.
Pasaron dias y la niña se fue haciendo grande, con el paso del tiempo le gustaba aser cosas de adolesente, un dia su padre le dijo:
Anastasia voy a ir al potrero a cuidar a las vacas, tienes que cuidarte sola ya estas grande y las vacas se estan muriendo debo rebisar.
Anastasia se quedo en su recamara, su padre no regresaba desde ase 5 dias, ella se preguntaba que donde estaba, asta que dieron la mala notisia, su padre estaba muerto
Ella se enserro en su recamara y vio como de un arbol colgaba un señor y sombrero, y vio mejor y alli estaba, entonses ve mejor y ve unos monjes cantando, y fue corriendo y no vio nada.
Anastasia estaba convencida que se encontraba en alguna maldicion que habia echo su padre
Un dia anastasia se caso y tuvo una hija, a la cual su madre no queria por su fea cara
El padre de la pequeña murio y anastasia tambien.Esto dejo a la pequeña sola.
Se dise que cuando la niña se metia en cobijos una mano la agarraba y trataba de llevarla al infierno, ella sentia como el calor la invadia un calor inmenso en sus pies y que se quemaban o quedaban negros.
Ahora mi tio vive serca de alli y me comenta que se ve la mano de una mujer tratando de jalar algo, una mano gigantesca de 25 metros mas o menos. Y que la gente no quiere ni verla.

La Mascara

La Mascara


Era una noche en la que mis padres se fueron de cena con unos amigos yo me quede contentísima porque podía subir al ático y ver todos los objetos viejos que un día nos dejó mi abuela.
Seguido que se fueran mis padres subí al ático y buscando encontré una mascara preciosa de color verde la bajé a casa y la colgué en la pared del salón me comí una pizza vi un poco el nuevo capitulo del internado y me metí a la cama y de pronto una voz empezó:
- El baso. - y se rompió un baso...
- El plato. -y se rompió el plato...

Hasta que de repente oí:
-La niña...

Me encogí de sabanas y ví como una sombra se me acercaba, la golpeé con un cojín y llamé a mis padres, pero ahora cada vez que me acuesto oigo la misma voz que dice:
-Me vengaré...

La Autopista Fantasma

La Autopista Fantasma



La carretera principal que va de Baltimore a Nueva York al llegar al kilómetro 12 se cruza con una importante autopista. Se trata de un cruce muy peligroso, y en muchas ocasiones se ha hablado de construir un paso subterráneo para evitar accidentes, aunque todavía no se ha hecho nada.

Un sábado por la noche, el doctor Eckersall regresaba a su casa después de asistir a una sala de fiestas country. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo, de fiesta, haciendo auto-stop.

Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable. - El asiento de delante está lleno de palos de golf y de paquetes -se disculpó.
Y a continuación le preguntó:
- Pero, ¿qué está haciendo una chica tan joven como tú sola a estas horas de la noche?

- La historia es demasiado larga para contarla ahora -dijo la chica.
Su voz era dulce y a la vez aguda, como el tintinear de los cascabeles de un trineo.
- Por favor, lléveme a casa. Se lo explicaré todo allí. La dirección es North Charles Street, número XXXX. Espero que no esté muy lejos de su camino.

El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo:
- Ya hemos llegado.
Entonces se giró y vio que el asiento de atrás estaba vacío.
- ¿¡Qué demonios...!? -murmuró para sí el doctor.
La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido.

LLamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente.
- No sé como decirle qué cosa más sorprendente acaba de suceder -empezó a decir el doctor-, una chica joven me dió esta dirección hace un momento. La traje en coche hasta aqui y...

- Sí, sí, lo sé -dijo el hombre con aire de cansancio-, esto mismo ha pasado otras veces, todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi

El Ultimo Cliente

El Ultimo Cliente



Un taxista regresa de llevar a un pasajero por una solitaria carretera de montaña, para su sorpresa encuentra un nuevo cliente en el arcén de la carretera. El hombre se acomoda en el asiento de atrás del taxi y da una dirección, aunque el lugar es desconocido para el taxista el pasajero se compromete a guiarlo para llegar a su destino.
Atraviesan pequeños pueblos, pasan por caminos olvidados y poco a poco el taxista comienza a inquietarse. Tras un buen rato de conducción se gira hacia atrás y pregunta al pasajero dónde se encuentran. Al hacerlo se sorprende por última vez al ver que el pasajero ha desaparecido, sin embargo se solventan sus dudas sobre donde está: al borde del precipicio a punto de dejar que sea la gravedad quien marque velocidad y recorrido.

Muerte en el microondas

Muerte en el microondas


La muchacha en cuestión estudiaba medicina y vivía una vida agitada repartida entre sus estudios y cuidar a la hermanita de 6 años. Un día se pegó la gran borrachera con sus amigos de clase y terminó acostándose con un tipo de su agrado.
Al día siguiente, entre las nubes de la resaca, la muchacha recordó de repente que su madre estaba a punto de regresar de su guardia en el hospital, donde trabajaba en el turno de noche hasta las 8 de la mañana, por lo cual la pobre apenas sí tuvo tiempo de despedirse del sujeto y volar a su casa para que cuando la madre llegara encontrara todo sin novedad, la casa ordenada, la nena desayunándose a tiempo, y ella lista
ir a clases.
El problema fue la ducha... Faltaban ya sólo unos minutos para que la madre regresara y la chica, que gozaba de una abundante cabellera, la tenía toda mojada. Para variar, el secador se había averiado...
No sé si se debió a los efectos tardíos del alcohol o al nerviosismo que le causaba la madre, muy histérica para estas cosas, el caso es que a la chica no se le ocurrió mejor manera de secar su cabello que meter su hermosa melena al microondas. Con un poco de esfuerzo lo consiguió y programó al máximo el aparato. En cuestión de minutos, se secó completamente el cabello justo cuando la madre entró saludando a todo el mundo sin darse cuenta de nada.
Cuando nuestra amiga llegó a la facultad, estaba medio demacrada, con cara de no haber dormido nada, y tambaleándose de un lado para otro. Demasiado incluso para la resaca que podía provocar botella y media de whisky con hielo
Mi amigo estaba presente. Me contó que apenas subió las escaleras para entrar al edificio, se desplomó como un saco de patatas. Estaba muerta...
Los doctores, al realizar la autopsia,no le encontraron nada malo en el cuerpo, ni enfermedad ni razón alguna para tal muerte súbita; y hubiese quedado así de no ser porque la hermanita le contó a mamá que antes de que ella llegara se había secado el pelo en el microondas. Los doctores, preacticando entonces una la autopsia craneal, encontraron su cerebro totalmente abrasado.

La leyenda del Queen Mary

La leyenda del Queen Mary




El Queen Mary fue construido en 1936, y tiene un famoso registro de avistaje de más de 55 fantasmas. En cada rincón del barco existe una historia diferente de apariciones o experiencias paranormales. En una de sus tantas visitas guiadas, una niña que recorría el barco con sus padres, afirmó insistentemente que veía a una mujer. Lo cierto es que nadie la vio excepto la niña, que no dejó de señalarla con el dedo diciendo: "está ahí"; ella describió a la enigmática visión como una mujer joven y guapa. Lo que ninguno de los turistas sabía, es que hay informes que recogen testimonios de tripulantes y viajeros que aseguran haber visto en ese salón, a una mujer joven y muy hermosa, vestida con un traje de noche blanco.

Tsuru no Ongaeshi

Tsuru no Ongaeshi


Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de ancianos muy pobre.

Un día el anciano oyó el grito de una grulla que había caído en una trampa.

El anciano se compadeció al verla y decidió soltarla.

Esa noche le contó a su mujer sobre lo ocurrido y ella le dijo: “Hiciste bien. Yo también estoy contenta”, y los dos se pusieron alegres.

En ese momento, alguien llamó a la puerta: “toc toc…”, el anciano salió y encontró a una chica muy bonita que dijo: “Me desorienté en el camino, ¿Podría quedarme en su casa esta noche?”.

Los ancianos que eran muy amables no dudaron en invitarla a dormir.

Esa noche los tres conversaron y ella les contó que no tenía casa a donde ir ni familia con quien estar. Los ancianos le propusieron: “¡Queremos que seas nuestra hija!”

Ella se puso muy contenta. Al rato los tres se fueron a descansar.

Al día siguiente, la chica se levantó muy temprano para preparar el desayuno, pero no había ni arroz ni miso.

En ese momento, la chica divisó un telar en una habitación contigua y en unos instantes se empezó a oir el sonido del telar mecánico.

Cuando los ancianos se despertaron, la chica les entregó una pieza de tela bellísima diciéndoles: “vendan esta tela y compren lo necesario para vivir”. Ellos se sorprendieron y estuvieron muy contentos.

El anciano recibió mucho dinero a cambio de la pieza de tela, ya que ésta era muy bonita, y compró lo necesario para vivir además de un peine muy bonito para la chica.

Esa noche los tres estaban muy contentos y se quedaron conversando hasta muy tarde. En eso el abuelo dijo: “Ya vamos a dormir”, pero la chica contestó: “Yo voy a continuar trabajando un poco más”. Los ancianos se sorprendieron y le dijeron: “¡No! hoy ya no trabajes! es mejor que descanses”. La chica contestó: “Quiero hacer más piezas de tela para ustedes pero quisiera pedirles un favor, no entren a la habitación cuando esté trabajando.”. El anciano preguntó sorprendido: “¿Cómo? ¿No podemos verte trabajar?”. La chica contestó: “No, por favor, quiero que me prometan que no lo harán.”

Los ancianos no entendían la razón por la cual la chica les pedía eso pero asintieron con la cabeza.

La chica tejía cada noche una pieza de tela que se vendían como “pan caliente”, pero cada día se ponía más delgada y no tenía ánimo.

El anciano le decía: “¡Tienes que descansar, no trabajes demasiado!”, pero la chica respondía: “Voy a seguir trabajando sólo un poco más” y entraba en la habitación.

Los ancianos no podían dormir pensando en la salud de la chica.


Una noche, el anciano no pudo contenerse y dijo: “Voy a verla”, la anciana replicó: “Tenemos que cumplir con nuestra promesa”. El anciano, haciendo caso omiso a su mujer, se dirigió a la habitación en donde se encontraba trabajando la chica. Miró a través de la puerta que estaba entreabierta y para su sorpresa divisó a una grulla trabajando en el lugar. La grulla utilizaba su pico para quitarse plumas, las cuales las utilizaba para decorar las hermosas piezas de tela que hacía. Esta advirtió que estaba siendo observada y se disfrazó nuevamente de mujer.

La chica abrió la puerta y se dirigió al anciano: “Yo soy aquella grulla que salvó de la trampa. Por salvarme la vida quise devolverle el favor y para ello se me dió la oportunidad de convertirme en un ser humano por una sóla vez y venir aquí, pero ya no puedo permanecer aquí con ustedes. Deseaba convertirme en su hija para siempre”.

La chica volvió a tomar su apariencia original de grulla y levantó vuelo. El anciano al verla volar pensó: “Perdóname. ¡No nos olvides!” y le lanzó el peine que le había regalado a la “chica”. La grulla lo cogió y se fue volando

La niña de las uñas de sangre

La niña de las uñas de sangre
 
 
Esto era una niña, (la llamaremos Lidia) llamada lidia, era una niña pequeña que deambulaba por su pueblo en busca de una muñeca, entró en un anticuario y vio a una muñeca con las uñas muy largas y pintadas de rojo, la niña se la compro, el anticuario le dijo que tuviera mucho cuidado con esa muñeca, que estaba poseida por el mismisimo diablo, la niña,ajena a la advertencia se fue a su casa muy contenta. Era de noche cuando Lidia se despertó y oyó He matado a dos solo quedan 8. La niña, pensando que solo era un sueño se volvió a dormir, a la mañana siguiente vió a su muñeca que le faltaban dos uñas, y a sus padres degollados. La niña asustada arrojó la muñeca al río y se fue a casa de sus abuelos. Era de noche y Lidia volvió a escuchar la voz, pero esta vez decía: He matado a 3 solo quedan 5. La niña asustada fué a la habitación de sus abuelos y los vio degollados y a su perro también, y a los pies de la cama vio a la muñeca con una mano sin uñas. La niña volvió a tirar la muñeca al río y fué a casa de una amiga, Lidia estaba ya loca, por que pensaba que la culpa la tenía ella por haber comprado la muñeca, su amiga Sonia, la tranquilizó y se durmieron, pero Lidia no podía y volvió a oir lo mismo: He matado a dos solo quedan 3. La niña asustada y sabiendo lo que iba a volver a ver intentó huir pero no pudo, algo lo impedía y es que tenía la muñeca agarrada al tobillo derecho, asustada, ató una enorme piedra a la muñeca y la tiró al lago y se fue a casa de sus tíos, por la noche y despierta oyó: He matado a dos solo quedas TÚ. Algo se movió en la ventana, Lidia giró el cuello para ver que era y no había nada, cuando se giró vió la muñeca llena de sangre y le clavó la última uña en la sien, acabando con su vida.

La Siguanaba

La Siguanaba


Sihuahet era una hermosa mujer.
De la cual todos los indios y principalmente los caciques se habían enamorado.

Cuando Sihuahuet cumplió alrededor de dieciocho años, un emisario del cacique de mayor jerarquía de la región, se dirigió a ella indicándole que había sido elegida para ser esposa de su jefe. Sihuahuet rehusó aceptarlo porque su corazón le pertenecía a otro hombre, además el cacique en cuestión era cuarenta años mayor que ella.
Al saber aquel poderoso hombre la decisión de Sihuahuet, decidió vengarse y envió a uno de sus guerreros a darle muerte al joven enamorado de Sihuahuet y a ella la mantuvo cautiva en una cueva hasta que un shaman por medio de un hechizo maligno la convirtió en una mujer fea y despreciable. Su cara fue deformada, sus pechos crecieron hasta rozar sus pies y aquella piel tersa y hermosa se había arrugado casi por completo. Desde ese entonces ella se pasea angustiosa por la orilla de los ríos y las quebradas, intentando volver a ver al joven que tanto amo y arrastrando sus pechos en las piedras.

Otra versión cuenta que fue su propia vanidad la que le convirtió de Sihuahuet (mujer bella) a Siguanaba (mujer horrenda). Incluso existe una tercera versión que hace alusión a las torturas y prisión que sufrió aquella desventurada joven por parte del tirano que nunca pudo obtener su amor.

El Cadejo


El cadejo

                                                                                       El cadejo es un monstruo tipo perro. Lo que hace este animal es llevar a su perdicion a muchas personas sobre todo a los varones quienes son los que trasnochan mas en las calles. El aparece de la siguiente manera.

se escuhan unos cascos que van detras de la persona a quien va a tacar, lo raro de todo esto es que si escuchas que esta cerca esta lejos y si lo oyes largo es que esta por atraparte, este engaño es para que heches a correr y le sea mas divertida la caza puesto que el es un animal que acecha entre las sombras, dice la gente que lo ah visto que lo unico que se puede ver de el son los 2 ojos rojos que lanzan chispas en la noche.

Ahora si es el cadejo blanco el que te sigue ese te llevara salvo hasta tu casa pero si es el negro ese te llevara al infieno. dicen que ay veces en que se encuentran los dos y entonces empieza una feroz lucha entre ambos para decidir que sera con esa alma que por asares del destino tendra que ser juzgada. Por el Espacio solo les dejo esto si quieren saber mas sobre Nicaragua y lo que nostros llamamos espantos esperen proximamente nuevos relatos.



El Duende

El Duende


No sé si esto sea cierto, pero la persona que me lo contó (una persona en la que confío y le guardo mucho respeto), lo hizo con mucha seriedad y con plena seguridad de que es verdadera.
En la selva peruana (un país latinoamericano) hay muchos mitos y leyendas que se creen son ciertos, aunque mucha gente los da por simples cuentos de viejas.
La historia comienza realmente aqui, cuando un amigo (al que llamaré Juan) viaja junto a su esposa, su hijo pequeño y un amigo (al que llamaré Marcos) a la selva para asistir al matrimonio de un pariente de Juan y amigo de Marcos.
Ya que ese pariente conocía las leyendas de la amazonia, les advirtió a la pareja que ya que su hijo no estaba bautizado, lo cuidaran bien en la noche porque los duendes se lo llevarían.
El matrimonio no hizo caso alguno de esto ya que no creían en duendes y esas "tonterías", pero a Juan lo dejó un poco pensativo.
Dos días antes de la boda, en la noche, dejaron el bebé en el cuarto donde dormiría. El niño, que no tendría más de 1 año, estaba en su cuna cuando sus padres lo dejaron. A eso de las 12 de la noche, escucharon al bebé llorando y fueron a verlo, pero no estaba en su cuna, al contrario, se encontraba al borde de las escaleras a punto de caerse. La madre lo tomó y lo acunó. Al día siguiente no ocurrió nada y nadie habló del tema.
Esa noche, un episodio parecido volvió a repetirse, con la diferencia de que esta vez el niño apareció al pie de la escalera y ya no lloraba. Al volver a ocurrir esto, Juan se preocupó y dijo que dormiría con el niño pero Marcos se opuso y como él dormía solo, aceptaron que fuera él el que durmiera con el niño hasta que lo bautizaran el día de la boda.
Juan se despertó esa tercera noche al oír el sonido de las escaleras. Despertó a su esposa y a todos mientras corría hacia el cuarto del niño. No estaba Marcos ni el bebé, ni en el cuarto ni en las escaleras, pero lograron ver una figura muy pequeña corriendo por el patio hacia los arboles que habían ahí cerca.
El pariente que se iba a casar, Juan, su esposa y los que se habían despertado con el alboroto cogieron unas armas que habían en la cocina y salieron en búsqueda del hombrecillo (por no llamarlo duende, pues eso parecía)
Corrieron a través del bosque, cuando estuvieron cerca le vieron unas orejitas en punta y un cuerpecito chiquitito y regordete. El duendecito se trepó a un árbol y volteó la cabeza para ver donde estaban sus perseguidores. Los perseguidores se quedaron atónitos con lo que vieron; el duende tenía el rostro de Marcos y una sonrisa burlona en la cara. Luego saltó del árbol y cayó en un riachuelo, en el cual se sumergió (o se hundió) y no lo vieron salir.
Cuando el grupo se acercó al riachuelo se dieron cuenta de que el agua no les llegaba ni a las rodillas, ¿Cómo pudo haberse sumergido, aun con su tamaño? ¿Qué le pasó a Marcos esa noche, ya que nadie lo volvió a ver? ¿Y si Marcos fuera el duende, qué fue lo que realmente pasó con él y con el niño?

La Tatuana

                              La Tatuana





Había en la Antigua Guatemala una señora viuda que vivía por el barrio del Calvario, en medio de la mayor pobreza.
Sus vecinos casi no le hablaban, pues creían que era una bruja.
Un día le pidió a la señora de la tienda que le diera el pan a crédito, pero ésta como siempre se negó a hacerlo. Entonces la mujer le dijo :“Yo sé que su marido se fue de su lado, pero yo puedo arreglarle que vuelva con usted. Tenga este cuerito, a las ocho de la noche llámelo por su nombre, golpee con él tres veces la almohada y guárdelo debajo de ella”.
Agradecida la tendera le dio un canasto lleno de verduras. En la noche hizo lo que la señora le había aconsejado y en el acto se presentó su marido. Mientras tuvo el objeto su marido permaneció fiel.
Pasados cuatro días la extraña mujer se asomó a la tienda y le pidió el cuerito. La tendera protestó: “Vea usted, que mi marido se me volverá a ir”.
La viuda le contestó que lo usaría para otro trabajo. La tendera se lo dio y ese mismo día su marido se fue de la casa.
Enojada la vecina la acusó de bruja, se fue con las autoridades y el cura de la iglesia. Entre todos decidieron llevarla a la cárcel. Pero ella, burlándose de quienes la tenían prisionera, organizó un plan de escape.
Con un trozo de carbón dibujó un barquito en la pared de la bartolina, se subió a él, pronunció algunas palabras mágicas y huyó. En su lugar quedó un intenso olor a azufre. En adelante nadie volvió a saber nada de la extraña mujer, a quienes todos recuerdan como la Tatuana.
Por otro lado, algunos historiadores refieren que este personaje tiene sus antecedentes en los últimos años de la ciudad de Santiago de los Caballeros.

La Carreta sin bueyes

La Carreta Sin Bueyes

La Carreta Sin Bueyes


Cuántas versiones se habrán escuchado y leido acerca de la Carreta sin Bueyes, a lo largo y ancho del territorio nacional, a través de los años.
Hoy podremos leer esta leyenda, sobre una historia de amor; donde se une lo pagano con lo religioso. Más que un mito es una forma de expresión que ha pasado en la forma oral y escrita a formar parte de nuestro acervo cultural.





LA CARRETA SIN BUEYES Versión A
Vivía en un caserío del antiguo San José, pueblo de carretas, gente sencilla y creyencera; una bruja quien estaba enamorada del más gallardo de los muchachos del pueblo.
El muchacho por su gran apego a su fe cristiana no quería tener nada con ella pero la bruja valiéndose de artificios, lo logró conquistar y así vivir con él mucho tiempo, conviertiéndolo en un ser similar a ella.
Como se puede notar nadie estaba de acuerdo con esta unión, mucho menos el cura del pueblo el cual en sus prédicas denunciaba el hecho, al pasar de los años aquel muchacho, ya mayor, tuvo una enfermedad incurable y pidió a la bruja que si se moría, le dieran los santos oficios en el templo del lugar.
Al solicitarle al sacerdote la última petición de su amado la bruja recibió la negativa debido al pecado arrastrado en su vida.
La bruja dijo por las buenas o por las malas y al morir su hombre, "enyugó" los bueyes a la carreta y puso la caja con el cuerpo muerto, cogió su escoba, su machete y se encaminó al templo.
Los bueyes iban con gran rapidez pero al llegar a la puerta, el sacerdote les dijo "en el nombre de Dios paren", los animales hicieron caso, más no la bruja la cual blasfemaba contra lo sagrado.
El sacerdote perdonó a los bueyes por haber hecho caso y la bruja, la carreta y el muerto todavía vagan por el mundo, y algunas noches se oyen las ruedas de la carreta pasando por las calles de los pueblos arrastrada por la mano peluda del mismito diablo.

LA CARRETA SIN BUEYES Versión B
Vivía una bruja en una comunidad aledaña a la capital; se encontraba enamorada de un joven muy guapo y elegante, que provenía de una familia adinerada y trabajadora, dedicada a los cultivos de! café, maíz, arroz, frijoles, caña de azúcar y hortalizas.
Ella era una mujer de baja estatura, de tez blanca, regordete y cachetona, de nariz aguilucha, de ojos color miel, pero muy avivatados. Sus atuendos eran algo raros: usaba faldas largas, con trenzas en el pelo, ya que lo tenía muy largo; también se acompañaba de un sombrero de pico y andaba a pies descalzos. En el pueblo la conocían como Epifanía, "la mujer de los perros", ya que en su casa tenía como una veintena de ellos. Se dice que cuando pasaban por su hogar, éste despedía raros olores.
Epifanía, valiéndose de artificios o hechicerías, logró conquistar al joven apuesto y se lo llevó a vivir con ella. Al tiempo, él terminó siendo similar a la bruja.
Con el pasar de los años aquel joven se transformó en una persona vieja, pero víctima de múltiples enfermedades. Él le solicitó a la bruja de su mujer, que por favor fuera donde el curita de Iglesia a pedirle que, cuando él muriera, le dieran los santos oficios en el templo del lugar.
Encaminóse la bruja Epifanía para hablar con el sacerdote, el cual le dijo que no podía hacerlo por el pecado arrastrado en su vida. La bruja Epifanía dijo: "Por las buenas o por las malas, usted tendrá que recibir a mi amado".
Pasaron unos pocos días y empeoró la salud de su "amado" hasta llegar su muerte, y Epifanía se prometió a sí misma que ella pasaría a la Iglesia con el cadáver para que se cumpliera el deseo que !e había pedido su amante.
Con el corazón lleno de amargura y sufrimiento, con los ojos inundados de lágrimas, Epifanía enyugó los bueyes y pegó la carreta. Se llevó al cuarto una caja de madera y depósito el cadáver de su amado, lo montó a la carreta, tomó el machete y su escoba, agarró el chuzo y picó a los bueyes, tomando un paso muy rápido, con destino a la Iglesia. Cuando llegaron a las puertas del templo, el sacerdote salió a su encuentro, y les dijo a los bueyes... "En el nombre de Dios, paren". Los animales hicieron caso, más la bruja Epifanía en su desesperación blasfemó contra lo sagrado.
El sacerdote perdonó a los bueyes por haber hecho caso, mientras que la bruja Epifanía, el ataúd con el cadáver de su hombre y la carreta, vagan por fas calles de nuestros pueblos hasta la eternidad...
Relato realizado por don Pedro Pérez Rodríguez.

LA CARRETA SIN BUEYES Versión C
La época traía sus propios problemas. El nuevo mandatario, con arrestos de estadista, quería dejar marcado su paso innovador. ¿La recompensa? Acatar y seguir sus órdenes, confiando en sus ideas que buscan el bien común.
San José de la Boca del Monte tendría que constituirse -bajo el mando del caudillo - en la ciudad más pujante de la nueva república. Claro es que no podría ser esto posible si sus habitantes continuaban desperdigados por todo el valle. ¡Ese vivir a sus anchas, casi incomunicados entre sus predios por un huraño egoísmo! El decir comodón para justificarse era: "Cada quien en su casa y Dios en la de todos"; y por ese principio tan poco civilizado, alimentaban una libertad enferma, negadora de toda solidaridad y una convivencia fuerte, la vitalidad que requieren los pueblos para ser productivos y amantes del progreso. Esta situación tenía que ser revertida.
Pronto, no sin enseñar su mano conductora y firme, el caudillo comenzó a observar cómo San José de la Boca del Monte enseñaba los primeros brotes organizativos que la conducirían a modernizarse como ciudad. Ya se perfilaba, gracias a la conducción inteligente, paternal e inflexible de un buen conductor de pueblos. Allí, aunque rudimentariamente, el gobierno les ofrecía las bases necesarias para llevar adelante aquel proyecto innovador: Hacer una ciudad. ¿Cómo no caer en la tentación de adquirir lo necesario para hacer más agradable la vida? Aquellos primeros pobladores montaraces, acostumbrados a luchar con la adversidad de una colonia descuidada del Reino de Guatemala, comenzaban a sentir el calor humano necesario para renunciar a un aislamiento comodón, que les dificultaba la vida.
Una mañana esplendorosa, en Cabildo Abierto, los vecinos decidieron bajar del monte por unanimidad, para acatar las órdenes del caudillo. No era cosa de desairar las ordenanzas y proclamas del gobernante.
Se comenzó por repartir la tierra del asentamiento, en cuadrantes de una manzana de extensión para asentar a cuatro familias.
De inmediato, todas ellas iniciaron la "fiesta del barro" para construir sus buenas y espaciosas casas de adobes. Aquel embrión de ciudad hervía de entusiasmo y laboriosidad: unos cortando y jalando la madera de la montaña cercana, otros con sus bestias batiendo el barro, los más ingeniosos, fabricando las tejas que moldearían en sus piernas. ¿Qué decir de los hornos que fabricaron para el uso en común y de la febril actividad desplegada por sus mujeres? Que lo hacían alborozadas: algunas picando el zacate para la mezcla del barro. otras cortando el "chagüite" para dar de comer al ganado, y otras más especializadas, haciendo el pan y el "bizcocho" para todos.
En menos de un año. aquellos labriegos ya estaban disfrutando de una buena casa con galerón de ordeño, troje y galpón para guardar aperos de labranza y una porción importante de terreno donde sembrar y cosechar las legumbres para el gasto familiar La holgura de que habían gozado, ahora la tenian también, pero en forma más organizada en comunidad.
Aconteció que, ya agrupados como pueblo, la naturaleza al parecer quiso ponerlos a prueba. Noticias venidas de la zona norte del país causaban la alarma natural, anunciando la peste del colera.
Cundió la alarma en el pueblo: Juancho Pacheco, casa a casa, convocaba a los vecinos para reunirse en casa de Eduviges Brenes esa misma noche.
Como era de esperarse, Juan de Dios, conocido como "Juancho", activo y buen hablador, dio muestra de una elocuencia encendida; que para motivarlos fue suficiente:
- Vean, compañeros, yo no sabía que'l cólera... ese mal que acabó con tantas gentes en la guerra del cincuenta y seis, que es que se produce por la cochinada. Y esto me lo acaba de palabrear el dautor Gómez anticos d'irse pa'l norte llamado por el gobierno. Y no es cuento, el sabe muncho d' esto; idiay: Si viene de una universidá de "las europas". ¿Saben de quién es hijo? De don Paco Gómez, que por cierto está aquí con nosotros. Quiero pedile a don Paco, que sabe más de este asunto que yo, que tome la palabra para que les cuente lo que dice el dautor. ¡Como él no se encuentra aquí! Parece que lo mandaron allá por la Lajuela, que esta la cosa bien jodida, y ya hay muchos muertos. ¡Lo que's saber, veda! ¡Y nosotros tan mansitos, tan inorantes sin priocupanos por nada y con el "mierderío" casi metió en las casa! Mejor que nos hable don Paco. Él sabe más que yo d'esto.
- Buenas noches y muchas gracias por estar todos reunidos esta noche, y muchas gracias a Juancho que se priocupó por haceles el llamado. ¡Carambas! Y es que no es para menos. Conversando con m'hijo, me esplicaba para que hagamos algo, que eso de estar como almacenando el "mierderio" en esos escusados de hueco, nos tiene como quien dice amenazados con enfermedades terribles. Disque entonces dice m'hijo que por tener esa forma cochina de vivir es que tenemos tantos chacalines muertos por diarreas y colerines. Pero que si no nos libramos de esa cantidad de excrementos que tenemos en nuestras casas, el cólera puede aparecer d'iun pronto a otro, y no va quedar cristiano vivo para que cuente el cuento. Además que tenemos que tener agua potable pa' lávanos las manos, y es que dice que nosotros todo lo comemos con caca, por falta de higiene. Que tenemos que hacer algo o si no la epidemia nos va a castigar. Vieran... Dice m'hijo que por cochinos y faltos de aseo, y lo dice en broma. somos unos "comemierdas". Claro, él me lo viene diciendo desde hace mucho, pero ni caso l'iago, sólo que ahora con la cantidad de muertos que el cólera hizo en Perú, ya se me metieron las cabras. Es por esto que les voy a pedir a todos que hagamos algo, pero ya.
- ¿Y qué podemos hacer aquí? - dijo don Eduviges,
- Reunilos con el dautor. - sugirió Juancho. Si me encargan a yo y hacen lo que él me diga... voy.
- "¡Te acuerpamos!" Dijeron todos al unísono, y se levantó la sesión.
- Al día siguiente Juancho, muy de mañanita, se fue a buscar al doctor Gómez, el cual lo recibió muy amable y entrador.
- Dautor: Vengo pa'que me ayude a convencer a estos entumios del pueblo pa'que suelten. Ellos dicen que aceitan lo qu'iusté mande. Y ya usté sabe la manera de losotros... ¡cochinitos! ¡cochinitos!
-Es buena la idea. Precisamente una de las actividades debe comenzar por la educación, pero para eso debe organizarse un Comité de Vecinos, para que se encargue de la higiene del pueblo.
- Mira, Juancho, para hacer mas democrático el nombramiento, le nombro desde ahora Presidente del Comité. Búscate a otros compañeros y yo te daré las instrucciones de lo que hay que hacer. ¿Estamos? ¡Bueno! No hay tiempo que perder. La peste avanza, pero la tubería del gobierno ya está por llegar y hay que instalarla. El agua, que es primordial para la salud, la traeremos del ojo de agua de la Ortigia. La tubería es obsequio del gobierno, pero nosotros tenemos que poner la mano de obra. Pero olvidaba decirte, tenemos que vaciar todas las letrinas del pueblo inmediatamente.
- ¿Y quién cré usté que pueda hacer esa chamba, dautor?
No lo sé, para eso te he encargado a vos. Tenes que encontrar a esa persona.
- Terminada la conversación, Juan de Dios no perdió su tiempo, y como Presidente del Comité de Sanidad de San José de la Boca del Monte, se dedicó con ahínco encomiable a formar el comité, en el cual tuvo enorme éxito. Barajando nombres de la comunidad, alguien mencionó a la familia Cubillo, formada por doña Consuelo Ortiz y su marido don Concepción Cubillo, cuyos hijos varones estaban en los dieciocho años el menor, veinte y veintiuno los mayores.
- Explicóles Juancho del trabajillo tan necesario para el pueblo. Y Daniel, el mayor de todos, dijo:
- ¿Y cómo cree que podemos hacer esa trabajada, Juancho?
- ¡Huuuuu! ¡Eso es pura cajeta! Mira, le ponés un sobre-cajón a una carreta y te caben seis barriles bien cómodos. Con un balde y un mecate encomenzas a sacar el "mierderío" y lo vacias en los barriles. Luego, como ustedes no quieren que los vean, se ponen unos vestidos negros que les cubran hasta la cabeza, y así, entre dos, jalan la carreta hasta el río Virilla pa'vaciala, y asunto arreglado. Como ya el caserío tiene doscientas casas, con diez que vacén por noche, cad'uno de ustedes va'ser tamaño poquillo de gurbia.
- Por ahí la cosa parece güena, -dijo Miguel-, Pero ¿el embarrijo y la pestilencia? A yo se me descompone la panza.
- A yo también - dijo el menorcillo.
- ¿Y qué tal si les damos una botella de cususa a cad'uno. pa'que se forren bien?
- Ansina suena la cosa sabes. Pero ¿y la vergüenza de andar calle arriba y calle abajo con esa cochinada? ¿Qué van a decinos las muchachas si nos ven?
- Eso se arregla fácil - los convenció Juancho. Si encomienzan la jalada pa'endespués de las diez de la noche, cuando todos están dormidos, naditica los va'ispiar, ni siquiera onde vayan a sacala. Además, ese secreto yo lo guardaré pa'siempre pa'que "naide" lo sepa
- Así estamos claros -dijo convencido Miguel, - pero ios parranderos que andan alzados y jumiticos nos podrían ispiar... ¿No crén?
- Eso déjemelon a mi cuenta. Yo sé como arreglar esa marucha - los tranquilizó Juancho.
Y hubo convocatoria al pueblo en la plaza del lugar, firmada por el doctor Gómez y el Comité de Vecinos presidido por Juan de Dios Solano y los hermanos Cubillos, apoyados por Don Eduviges Brenes, que les asesoraba para la cañería. En esa reunión, el galeno les hizo recomendaciones, haciéndolos recapacitar sobre la importancia de una mayor comprensión de los problemas sanitarios. Su discurso provocó una gran ovación, y al momento estaban largas filas apuntándose como voluntarios para la cañería. Además, ofrecieron pagar un estipendio generoso por la vaciada de los tanques sépticos.
El trabajo de los incógnitos pronto se dio a conocer. El vacíamente de los tanques llenó de júbilo a los beneficiados, sólo que, coincidentemente, la población se sobrecogió de espanto. Si bien era cierto que aquellas piadosas personas estaban siempre en buenas relaciones con Dios (según el decir) y con la Iglesia, que era otro decir, comenzaron a darse ciertas situaciones misteriosas. Después de que el farolero apagaba los candiles, aquellas calles quedaban desoladas y con una oscuridad untuosa, fantasmal, que mantenía en vilo a todos los moradores. Y a la par del espeluzno de ciertos sustos y fantasmas también, para que la cosa fuera más completa, comenzaron a desaparecerse las gallinas, los nidos eran saqueados, el maíz de las trojes, y hasta uno que otro cerdito encebado. Y para sorpresa mayor, muchas de las niñas virtuosas del pueblo aparecieron preñadas, y no faltó quien alegara aquello como obra del Espíritu Santo. ¡Vaya blasfemia! -decían las beatas intrigadas y poniendo las barbas en remojo.. Para completar el cuadro de tan peculiar suceso, los pocos audaces que se atrevían a echarse una cana al aire regresando tarde a sus hogares aparecían al amanecer, entumidos, sin habla y con la vista perdida. Cuando volvían en sí, afirmaban haber visto una carreta sin bueyes que los dejó horrorizados. Tanto se repitió la historia que llegó a figurar entre otras tantas apariciones y consejas con que el pueblo entretenía sus veladas y rezos. Claro es que todos los moradores eran testigos de aquel deambular de la carreta, pues la oían pasar todas las noches con el sobrecogimiento natural que produce una creencia arraigada. Nadie había dejado de oír el clac, clac de su bocina de bronce.
"Sí", dijo el abuelo después de oír esta versión de la Carreta sin Bueyes. Mi abuelo me llegó a platicar sobre esta historia y me contó algo más. Los Cubillos llegaron a ser los mandamás del pueblo y tuvieron la delicadeza de reconocer todos los chacalines que nacieron en aquellos aciagos días del cólera, y que no fueron pocos. Mi abuelo decía que sumaban más de cien, y ni para qué decir que en los primeros cien años, los dos tercios de la población eran Cubillos. ¿Qué les parece?

El sombreron

                          El sombreron

                                               
El sombrerón es una leyenda muy arraigada en las costumbres y tradiciones de Guatemala. La leyenda cuenta que …

Un día, como a las seis de la tarde, aparecieron en la esquina de la casa de Celina cuatro mulas amarradas. Pasaron por allí dos vecinas y una de ellas dijo: "¡Qué raro! ¿No serán las mulas del sombrerón?". "¡Dios nos libre!" dijo la otra, y salieron corriendo.

A esa hora, Celina comenzaba a dormirse porque ya se sentía muy cansada. Entonces comenzó a oír una música muy bonita y una voz muy dulce que decía: "eres palomita blanca como la flor de limón, sino me das tu palabra me moriré de pasión".

Desde ese día, todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella escuchaba. Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana y cuál va siendo la sorpresa, ver a un hombrecillo que calzaba botitas de piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba con su guitarra de plata, frente a su ventana.

Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito. Ya no comía, sólo vivía esperando el momento de volverlo a escuchar. Ese hombrecito la había embrujado.

Al darse cuenta los vecinos, aconsejaron a los padres de Celina que la llevaran a un convento para poderla salvar, porque ese hombrecito era el "puritito duende". Entonces Celina, fue llevada al convento donde cada día seguía más triste, extrañando las canciones y esa bonita música.

Mientras tanto el hombrecito se volvía loco, buscándola por todas partes. Por fin la bella Celina no soportó la tristeza y murió el día de Santa Cecilia. Su cuerpo fue llevado a la casa para velarlo. De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con gran dolor llegaba a cantarle a su amada: "ay...ay... mañana cuando te vayas voy a salir al camino para llevarte el pañuelo de lágrimas y suspiros".

Los que vieron al sombrerón cuentan que gruesas lágrimas rodaban mientras cantaba: "estoy al mal tan hecho que desde aquí mi amor perdí, que el mal me parece bien y el bien es mal para mí".

Toda la gente lloraba al ver su sufrimiento. Y cuentan que para el día de Santa Cecilia, siempre se ven las cuatro mulas cerca de la tumba de Celina y se escucha un dulce canto: "corazón de palo santo ramo de limón florido ¿por qué dejas en el olvido a quien te quiera tanto?"

Y es que se cuenta que el sombrerón nunca olvida a las mujeres que ha querido.
                              La Llorona                          La Llorona, la mujer fantasma que recorre las calles de las ciudades en busca de sus hijos.....
 


también llego a la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes. Este personaje de leyenda, cuya presencia atemoriza no solamente a los niños, sino también a las persona mayores, es conocido de Sonora a Yucatán. En nuestra tierra, la fábula cuenta que una mujer de sociedad, joven y bella, caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto... que no tenia fortuna.

Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y " escalar alturas ", trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día mas, para poder estar a la altura de sus amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos.

Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo murió, llevándose " la llave de la despensa ", la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando. 
Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de paseo al río de los pirules. Los chamacos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa alas voladas, como si trajera gran pisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando.



Pero ella, tendenciosa y fría , veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos . Como autómata se retiro de el lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el diablo ", pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río.
Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de
Las mujeres cerraban los visillos, y al trasnochador que venia con copas, hasta la borrachera se le quitaba al ver aquel carro que conducía un espectro, donde iba la llorona, del carruaje salían grandes llamaradas y se escuchaba una largo y triste gemido de una mujer, un esqueleto vestido de negro, el que guiaba el carruaje, jalado por caballos briosos. Un día, cuatro amigos, haciéndose los valientes, quisieron seguir al carruaje que corría a gran velocidad por céntrica calle de Aguascalientes, tomaba por Carrillo Puerto (ahora la Merced) después por Guerrero para luego seguir por la calle de Nieto, que directamente daba al río pirules.
Ellos la seguían, temblando de miedo, pero dándose valor con las copitas. Al finalizar la arteria de Nieto, dio un ultimo grito de tristeza y dolor ¡ Aaaay mis hijos ¡ y desapareció con todo y carruaje. Por mucho tiempo la llamada Llorona, tuvo atemorizados a parroquianos de esta villa, los que se encerraban a piedra y lodo, y nunca salían a la medianoche a la calle.
 negro que con alaridos buscaba a sus hijos.